miércoles, 24 de octubre de 2007

Recuperar la memoria

Lima, 24 de octubre del 2007.-

Solamente una vez, amé en la vida.
Solamente una vez y nada más…

…trinaba Javier Solis, en calidad monoaural en el pulcro, aunque algo desvencijado, auto compacto el día de ayer. No suelo fijarme en la marca del vehículo, por eso no lo recuerdo. Además, me enteré que era Javier Solis quien cantaba el melodioso bolero porque lo dijo el locutor de la radio. La ignorancia me ha puesto ha indagar sobre el origen de la tonada, pues también he leído referencias de la misma popular canción, citando a Agustín Lara.

De unos sesentaitantos años y de estilo prudente para conducir, el chofer disfrutaba de aquella música, pues tras cerrar conmigo el trato de la carrera, inmediatamente volvió a subir el volumen a su receptor.

De tanto en tanto, el locutor recordaba a sus radioescuchas que estaban en la sintonía del programa “La catedral del bolero”. En medio de la apacibilidad que puede provocar un bolero, este amable chofer, de frente amplia, vio una foto en el periódico que yo sostenía en mis manos y la nostalgia musical se fue por los suelos.

“¡Ese desgraciado!”, gruñó. La foto era de Julio Espinoza, el ex jefe del Seguro Integral de Salud (SIS) quien se entregó a la justicia, en medio de investigaciones y denuncias de sobrevaloración en las compras de alimentos para los damnificados del terremoto de Pisco.

Apenas empezó su retahíla de improperios, nada “bolerísticos”, contra el ex funcionario agregó “Igual que el otro”. Intuyendo de a quién se refería busqué la correspondiente página en el periódico y le pregunté “¿Este?”. “Sí –respondió- ese otro desgraciado”.

Esta vez se trataba de Paul Asurza, el empleado del INEI que arguye sufrir de lagunas mentales, que ocasionaron que olvidara pagar a los censadores a su cargo, los 11 mil soles correspondientes. Las noticias ya habían dado cuenta días atrás de que en represalia los censadores quemaron las actas del censo.

Una vez nada más se entrega el alma
con la dulce y total renunciación…

…continuaba Javier Solis, mientras que el ahora airado taxista repetía: “Pobres muchachos.”, “¡Qué son diez soles que van a recibir!”. Se lamentaba por los afectados del supuesto olvido del funcionario y también de que ahora el censo, del domingo pasado, tendrá menos información para cumplir su propósito, por las actas quemadas.

“Si lo tuviera en frente… ahhgg” – dijo apretando los dientes y cerrando el puño bruscamente. Lo quedé mirando expectante para que definiera cómo encausaría su furia contra el olvidadizo Asurza. “Lo mandaría a la cárcel”, precisó.

Un bolero después, el justiciero chofer ya estaba más calmado. Ya había empezado la tanda comercial de “La catedral del bolero” la cual nos resultó jocosa, pues una locutora anunciaba más o menos algo así: “¿Señor, señora, no sabe dónde deja las llaves? ¿Se le olvidan las cosas?” y continuó con otros ejemplos de olvidos antes de animar a sus radioyentes a conocer la solución a la pérdida de la memoria sintonizando su programa sobre medicina natural. No recuerdo el nombre del programa promocionado pero calculo que basta una llamada a la radio de “La catedral del bolero”, para que quien esté interesado obtenga la información.

La risa no se hizo esperar junto con el comentario irónico del taxista de que “el desgraciado ese debería sintonizar el programa”.

sábado, 20 de octubre de 2007

Financieras de la confianza. 2da parte

Lima, 20 de octubre del 2007.- El destino cruzó en mi camino nuevamente hace un par de días al taxi del patita del post “Financieras de la confianza”, del 3 de octubre. “Creo que yo te he llevado antes”, dijo el conductor. Hice memoria, recordé su rostro, su post y le contesté: “Sí. Ya lo recuerdo. ¿Cómo van las juntas?” y el viaje fue la continuación de nuestra tertulia pasada, prácticamente para comprobar que su economía continuaba consolidándose.

Me contó que ahora solo debía cinco cuotas de la junta en la que se embarcó para pagar el préstamo para comprar su auto, el mismo en el que viajé la vez pasada y el mismo de esta carrera.

También relató que su hermano decidió retirar el dinero de la junta por lo que ganó el remate respectivo con el 8% de interés.

Sintiéndome casi en una de mis entrevistas de trabajo, le pregunte que cuando termine de pagar este préstamo, cuál sería su siguiente proyecto financiero. Sin dudar contestó que ya está planeando adquirir otro vehículo para que lo “taxee” un chofer. Esta vez el proyecto será más ambicioso y será un carro “seminuevo”.

Tras las preguntas necesarias para la aclaración respectiva estas serían las categorías de los vehículos de segunda mano:

- Usado (con más de 5 años de antigüedad)

- Seminuevo (con menos menos de 5 de antigüedad)

Un carro “seminuevo” bordea los US$9.000, pero con los intereses te sale por US$13.000, me dijo. Para esta nueva aventura ya realizó las averiguaciones necesarias en la asociación “Mano de Dios”, entidad que presta servicios diversos a los taxistas afiliados, entre estas prestaciones se encuentra el financiamiento de automóviles.

Después de inscribirse se pagan US$25 semanales, mientras no se obtiene el vehículo. Al tenerlo, se pasa a pagar US$75 semanales. Uno puede solicitar un auto, una station wagon o una 4 x 4, inclusive hasta se puede pedir dinero en efectivo (hasta US$ 7.000 según tenía entendido el muchacho).

Este joven padre de familia, pedirá una station wagon, pero a pesar de que será mas nueva, el se quedará trabajando con su auto viejito, pues prefiere este modelo. Quedé intrigado con la razón de su preferencia. Reveló que aparte del gusto por la apariencia del automóvil sobre la figura de la camioneta, lo hacía para no efectuar carreras en las que tuviera que cargar bultos en la maletera. Interesante postura de este emprendedor, quien no ve la falta de maletera como una limitación, sino como una comodidad para él mismo.

Mejor que el fútbol peruano, Discovery Channel

Lima 20 de octubre del 2007.- El jueves 18 de octubre, tras la derrota 2-0 contra Chile del día anterior, al taxista le resultó inevitable hablar del tema. Su gruesa figura, de adiposa relevancia abdominal, no revelaba al jugador semiprofesional que había sido en su juventud, según me contó.

Apasionado por el balompié, el taxista, cercano a las cinco décadas, encontró el origen del nuestro lamentable fútbol nacional en la FPF y en el cambio de esquema de las ligas. Recordó que en sus tiempos mozos, cada barrio tenía una escuadra, inscrita en la liga, de tercera categoría, de su respectivo distrito. Se realizaban campeonatos y el camino hacia la primera división era mucho más extenso que hoy en día. Por eso, argumentó, había mayor competencia y por ende el fútbol era mejor.

Pero también reconoció que muchas escuelas de fútbol hoy en día toman el asunto con una visión más profesional, pues en tiempos de la adolescencia de este señor, todo era más que nada por amor al deporte. La carrera de taxi le dio tiempo para enumerar más de una decena de clubes de Breña, su barrio cuando niño. También recordó con nostalgia la anécdota de cuando su equipo quedó descalificado en el campeonato más importante de barrios, al cambiar súbitamente -los organizadores- los días de juego a los domingos.

A la sazón de los 15 o 16 años que tenían los jugadores de su equipo, tal decisión no podía ser más terrible, pues solían salir de juerga los sábados por la noche, bien enternados, “porque a las fiestas se iba en terno”, acotó con añoranza, y agregó además salían ya equipados con el maletín de deporte en la mano, para el juego del siguiente día, pues pasaban directamente de la diversión a la competencia.

Obviamente, el domingo por la mañana en la cancha los contrincantes parecían pasar por su costado a la velocidad de la luz, sin darles tiempo siquiera a despegar el pie del suelo.

También le quedó tiempo para comentarme de uno de sus grandes compañeros, el mejor jugador de este equipo de barrio, quien se perfilaba como un astro del fútbol. Sin embargo, siendo aún menor de edad, los padres del brillante compañero decidieron romper un jugoso cheque de un club local que pretendía ficharlo, pues le dieron prioridad a que tuviera una carrera universitaria. Agregó que su amigo hubiera llegado a ser uno de los mejores cracks del fútbol peruano, ya que tenía los dotes para ello. Hoy es un exitoso abogado, dijo.

Con tanta afición en sus venas, su pasión por la expectación del fútbol no podía ser menor que su desesperación cuando la escuadra peruana iba perdiendo frente a Chile, el pasado miércoles. “Yo reniego cuando vamos perdiendo”, confesó, y dijo que su familia y amigos le aconsejan que no lo haga, pues tendrá muchos malos ratos viendo jugar al equipo peruano. Me contó que hasta su pequeña hija de cuatro años le aconsejó que para que no sufriera, mejor no viera el partido, diciéndole: “Papá, mejor pon Discovery Channel”.

Fama, dinero y derrota 2-0

Lima, 20 de octubre del 2007.- A más de una persona he escuchado decir que no habla con los taxistas porque éstos solo saben conversar de fútbol. A pesar de que tengo pocos meses blogeando sobre el tema de los taxis, he constatado que no es así necesariamente. Es más, este será el primer o segundo post sobre este deporte, pero perfectamente podría caer dentro de la categoría de temas de actualidad noticiosa, pues los partidos por las eliminatorias al mundial están en boca de todos, inclusive de los poco fervientes seguidores del balompié, como yo.

El miércoles 17 de octubre, antes del partido contra Chile, el taxista me preguntó mi pronóstico del resultado. No estoy acostumbrado a realizar este tipo de predicciones, así que un breve análisis de empatado partido anterior, de la situación del fútbol en las últimas 6 eliminatorias mundialistas y del manejo de este deporte a nivel país, me llevaron a decirle que perderíamos uno a cero.

No me dijo nada al respecto, ni tampoco reveló sus predicciones, pero pasó recordar mejores tiempos de antaño en el fútbol peruano, para concluir explicando por qué nuestros seleccionados, que brillan en el fútbol mundial, se opacan al vestir la blanquiroja.

Para este taxista, que superaba el medio siglo de edad, la razón del pobre desempeño es que juegan sin motivación patriótica. La mayor motivación de estos jugadores es el dinero y la fama y ambos elementos ya los tienen en sus respectivos clubes del extranjero, explicó el conductor. Detalló que bajo estas condiciones no tienen razón entregar todo en la cancha, pues se arriesgarían a lesionarse y eso sí atentaría contra sus bolsillos y por ende a su fama en el extranjero. El incentivo económico que les da el Gobierno si ganamos “es un sencillo”, para ellos, agregó el conductor.

Quienes se sacan la mugre en la cancha son solo los desconocidos que aún deben demostrarle a la tribuna de reclutadores de clubes internacionales, que son buenos, en opinión del taxista. Anotó que hay honrosas excepciones, como Paolo Guerrero, quienes realmente sudan la camiseta por el Perú.

Y sobre la influencia negativa de la controvertida administración de la Federación Peruana de Fútbol, opinó que no tiene nada que ver con el desempeño deportivo. Dijo que definitivamente en la FPF se ocultan malos manejos que enriquecen muchas personas, pero que al final no tiene nada que ver en la forma como se desenvuelve en la cancha un jugador.

Nunca me dijo su pronóstico, pero creo que era más acertado que el mío, pues al momento de bajar me dijo: “Ojalá tengas razón y solo sea uno a cero”.

Depende del vehículo con que se mire

Lima, 20 de octubre del 2007.- Hace 10 días que no he podido postear. Así que con fecha de hoy saldrán cuatro entradas en las que he recogido las tertulias más interesantes de estos días.

El primer post será el absurdo y fracasado paro de transportes; el segundo, las predicciones para el partido contra Chile; el tercero, sobre el fracasado partido de fútbol de nuestra selección y para no seguir hablando de fracasos el cuarto será una alentadora crónica del progreso que se logra con el ahorro y el trabajo: la segunda parte del post “Financieras de la confianza”.

Vamos con el primer tema. Para delimitar el contexto, el pasado lunes 15 se desarrolló un paro de transportes. Esta vez los transportistas reclamaban que se eliminara el monopolio en las revisiones técnicas, pues es una sola empresa la encargada de verificar el buen funcionamiento de los vehículos, gracias a que ganó la licitación correspondiente.

Días previos al paro un taxista me decía que estaba en contra de la medida de fuerza, pues le parecía saludable que se realizaran las revisiones técnicas. Lo del monopolio lo veía solo como un pretexto para no reparar los automóviles. Este muchacho no era dueño del vehículo en el que nos desplazábamos y explicaba que como chofer le convenía trabajar en un vehículo en óptimas condiciones técnicas; sin embargo –decía- son los dueños quienes no desean desembolsar el dinero para las reparaciones y por eso han buscado el pretexto del monopolio. El pata contaba que la dueña del taxi que conduce, tiene otros cinco vehículos, algunos de ellos “echan humo como locomotora”, así que puede tratarse de gastos considerables en reparaciones.

Contrariamente, un par de días después, otro taxista estaba de acuerdo con el paro, a pesar de que tampoco era suyo el vehículo con el que trabajaba. Pero su convicción no tenía nada que ver con el monopolio, lo cual también le pareció una tonta excusa. ¡Qué le importaba el paro! Este compadre, un poco mayor que el pata anterior, estaba más preocupado por los reclamos contra el alcalde Castañeda. Decía que había muchos abusos por parte de esta administración edil, los cuales debían cesar. El paro, si bien no tenía asidero, era una forma más de demostrar el descontento contra el burgomaestre limeño, opinaba.

miércoles, 10 de octubre de 2007

Conciencia culpable

Lima, 10 de octubre del 2007.- Según un informe de la Dirección Nacional de Inteligencia, recogido en un diario capitalino, Sendero Luminoso alista ataques en diversas localidades del Perú y fortalece su presencia en las principales universidades nacionales. “¿El pueblo pedirá que suelten a Fujimori para que combata el terrorismo?”, le pregunté al taxista en tono de broma. “Fácil que sí”, respondió entre risas, pero luego pasó a la parte seria.

El conductor, que rozaría los 28 años dijo haber sido fujimorista hasta el año 2000, pero los indicios de fraude en las elecciones de ese año hicieron tambalear su firme simpatía hacia el entonces oficialista partido de Alberto Fujimori. El destape de los vladivideos, que reflejaron la corrupción gubernamental en pleno, defraudó la confianza política del joven en el régimen. “Se me cayó el chino”, recordó el taxista, quien opinó que Fujimori no estará preso más de 10 años. “El chinito hizo mal las cosas y va a estar bien guardadito por un buen tiempo”, anotó.

Inmediatamente lanzó una reflexión y dijo que él no aguantaría estar preso en la cárcel, que privado de su libertad un día se le haría un año, alejado de sus dos hijos de cinco y cuatro años.

“Si estuviera en esa situación, no sé que haría”, dijo el chofer, pero precisó que en ese caso más que estar encerrado entre cuatro paredes lo que no soportaría sería su conciencia.

Me llamó la atención su integridad: que el actuar incorrectamente torturara más a este taxista que el castigo mismo de la cárcel. Pero inmediatamente se aclaró la intriga, especificando que no trataba de lamentaciones por los delitos, sino por un paso en falso. Así, continuó con su explicación de que no soportaría su conciencia, la cual le recordaría constantemente: “pudiendo estar en Japón, estás aquí por huevón”. Hasta con rima le salió.

sábado, 6 de octubre de 2007

A.P.R.A. y A.L.A.N.

Lima, 06 de octubre del 2007.- Mientras hacíamos un recuento de los detalles estadísticos sobre el descenso de la popularidad del aprista presidente García, con tono severo el taxista interrumpió: “¿Tú sabes lo que significa Apra?”

Desconcertado por la elemental pregunta, pensé que el conductor quería asegurarse de no estar hablando con un bisoño en política popular. Con la misma seriedad, pero con aire dubitativo contesté: “Alianza Popular Revolucionaria Americana”.

Desviando la vista del camino por un segundo, me miró directamente. Ese instante me hizo retroceder a la época escolar, sintiéndome en un examen oral frente al profesor de historia del Perú, en el segundo año de secundaria –creo– cuando aprendí el significado de tal acrónimo político.

Un breve silencio precedió a lo que yo esperaba que fuera su aprobación o alguna otra explicación. Pensé inmediatamente en algún misterio histórico obviado por mi memoria o un reciente cambio en el acrónimo, del cual no estaba yo enterado.

“Eso mismo decía yo –pronunció por fin– cuando mi hijo de 10 años me hizo la misma pregunta”. Entonces entendí por dónde iba el asunto. “Alan patea rico atrás”, sentenció justo antes de soltar una carcajada.

Reveló que frente a la pregunta pensó que su retoño andaba interesado en la actualidad política, me explicó que el chiste lo había aprendido en el colegio y dijo estar sorprendido: “Esos cojudos tienen 10 años y mira lo que hablan”. Carcajadas, nuevamente.

El viaje concluyó entre risas con otro gracioso acrónimo, también cortesía de su vástago. “Alan: Arroz, Leche, Azúcar, No hay”.

jueves, 4 de octubre de 2007

Alquiler venta contra la pereza


Lima, 04 de octubre del 2007.- Dos celulares idénticos en uno de los compartimentos del tablero del taxi llamaron mi atención esta mañana. Aunque para mí no resulta inquietante el hecho de andar con más de un teléfono en los bolsillos, personas cercanas dicen haber detectado en mí cierta manía por las telecomunicaciones. No discutiré ese asunto hoy, pero sí he de corroborar lo que todos vemos: que la mayoría de los mortales utiliza solo un aparato celular.


Con esta curiosidad como tópico, iniciamos la conversación. “Es que uno es Movistar y el otro es Claro”, precisó este taxista que bordearía los 27 años y continuó explicándome que siempre está pendiente de las promociones de recarga celular de ambas compañías operadoras. De esta manera puede llamar a números telefónicos de cualquiera de los dos operadores con tarifas ventajosas.


Aunque opino que esa multiplicidad telefónica puede resultar económicamente conveniente, sé que no es común encontrarse con gente que piense de esa manera, y creo que tampoco es común que se decida ese tipo de compra dual, sin un motivo más o menos interesante.


Efectivamente –prosigió con su relato– el segundo equipo se lo debe a la persona que le da el carro en alquiler-venta. No es un simple prepago, sino un teléfono Claro de la red RPC, aquel servicio para empresas que permite llamadas, con tarifa plana, a los demás miembros de ese sistema. Viene a ser la competencia del sistema RPM de Movistar.


¿Cuánto le cuesta cuánto le vale? S/.60 mensuales, incluidos 25 minutos libres para llamar a cualquier número. El consumo adicional depende de las tarjetas que necesite comprar o de las promociones de recarga que logre aprovechar el taxista.

Los S/.60 mensuales se suman a los S/.50 diarios que por tres años deberá cancelar oportunamente al empresario dedicado al negocio de alquiler-venta de automóviles, con quien mantiene un contrato. Hay que precisar, que diarios significa de lunes a sábado.


La diferencia con el sistema de alquiler, es que en este caso el carro es total responsabilidad del taxista. Es decir, éste se encarga del cuidado y mantenimiento del mismo y no el dueño, como sucede en el caso de alquiler.


El chofer continuó relatándome que este es el segundo automóvil que obtiene bajo este método. El primero fue más rápido, pues se trataba de un auto “recuperado”. Es decir, el dueño se lo quitó al taxista anterior después de algo más de un año de trabajo y numerosos incidentes de morosidad que –supongo– invalidaron el contrato inicial. El nuevo conductor solo debía terminar de pagar los dos años que restaban de la deuda.

Una vez concluido el pago del primer vehículo el muchacho se animó por adquirir el segundo, pero no precisamente por la búsqueda de la prosperidad económica como primer motivo, sino por otra razón, peculiar, pero válida: “por no ser conformista”, según dijo. En su opinión, si se quedaba solo con el primer automóvil se hubiera conformado con llegar a casa diariamente aunque sea con S/.20 de ganancia. Sin tener la presión de una deuda que pagar, el paulatino relajo lo hubiera llevado a una extrema pereza. O al menos eso es lo que temía.


Por eso prefirió embarcarse, hace un mes, en la segunda aventura financiera, con la cual está contento, pues sigue ganando dinero y no pierde las ganas de trabajar y prosperar.

miércoles, 3 de octubre de 2007

Financieras de la confianza

Lima, 03 de octubre del 2007.- Con la noticia del dólar cayendo exhibiéndose otro día más en las primeras planas, el tema de la carrera de hoy estaba casi planteado. A diferencia del maduro y amable conductor del día de ayer, que hizo gala de una cátedra de economía explicando los motivos del fenómeno monetario, hoy el joven conductor me preguntó si le podía ilustrar por qué estaban ocurriendo estos movimientos cambiarios.

Tras una sencilla explicación comparando al dólar con un producto en el mercado, entendió rápidamente que el exceso de oferta era la causa de la bajada del precio. Movió la cabeza tratando de hacer unos cálculos que le ayudé a completar. Se lamentó que la moneda verde no hubiese tenido ese precio hace un mes, cuando cambió los soles necesarios para adquirir el auto en el que viajábamos, en tres mil dólares.

Con 21 años de edad, una esposa de 19 y una hija de brazos, este pata tal vez no sabía de fenómenos macroeconómicos, pero me dio la impresión de dominar muy bien sus finanzas familiares.

El mencionado vehículo es el fruto de año y medio de ahorro –trabajando como taxista–, más mil dólares de préstamo de un familiar. El año anterior a ese período lo dedicó a equipar su casa: cama, ropero, televisor, DVD, refrigeradora, mampara, juguetes para la pequeña, “y todo lo necesario para el hogar”, según sus palabras.

Para completar la historia, me contó cómo es que pensaba pagarle a su hermano el préstamo recibido. Este mozo del volante dijo no creer en el ahorro diario pues uno termina gastándose la plata; y ni por asomo mencionó bancos o financieras. El sistema de su predilección para obtener liquidez son las “juntas”, también conocidas como panderos.

Actualmente participa de una junta de S/.3.000 que serán para honrar ese préstamo filial, sin intereses. De este sistema participan 10 personas que aportan S/.100 soles cada uno. Semanalmente S/. 1.000 son adjudicados a alguno del grupo. Como el monto requerido era mayor, el taxista participa con tres “números”, es decir tomando el lugar de tres personas. Adicionalmente participa de otra junta de S/.20 semanales “para tener un pequeño ahorro de S/.200”, dijo, agregando que “serán dos meses y medio de sufrimiento, pero ya no deberé nada”.

También me manifestó su interés por participar en cierto tipo de “juntas” de US$ 2.000 (con pagos quincenales de US$ 100). El atractivo es que quienes desea llevarse el dinero por anticipado deben ganarlo en un remate, sacrificando parte de su pozo. El que sacrifica más, se lo lleva en esa quincena. Usualmente las pujas en el remate oscilan alrededor del 15% del pozo, monto que es repartido entre el resto de los integrantes. “Ese si es bonito porque ganas intereses”, dijo entusiasmado. Si hacemos cálculos quienes decidan esperar por su dinero, obtendrían un promedio de US$ 31 mensuales, mientras duren los remates.

Al preguntarle sobre la seguridad de que todos los participantes cumplan puntualmente con los pagos, explicó que en esas juntas solo participan familiares y amigos cercanos de comprobada puntualidad financiera, además por cada día que se deja de pagar son US$ 5.00 de mora, según detalló.

martes, 2 de octubre de 2007

Consejos para cambiar dólares

Lima, 02 de octubre del 2007.- Por estos días no solo los economistas, sino la gente común y corriente está bastante pendiente del precio del dólar. Algunos taxistas también comentan las teorías que sustentan la caída fenomenal que ha experimentado la moneda estadounidense en nuestro país.

El amable conductor de taxi, esta mañana no solo me expuso sus teorías económicas sobre el fenómeno cambiario, sino que se concentró en darme consejos para el momento de cambiar dólares en la calle.

“Los cambistas son mosca”, me dijo, haciéndome recordar el título de un post que escribí recientemente, sobre un disímil tema. “Te venden o compran el dólar de acuerdo a la cara que te ven”. Le comenté que hacía unos momentos había escuchado que la compra estaba a S/.3,04 y acotó que hasta llegan a pagar S/.3,0.

Por eso –continuó con sus consejos– cuando necesita comprar dólares les pregunta a los cambistas a cómo compran. "Así los jodo", sentenció explicando que después que le dicen el precio les indica que en realidad quiere comprar; y como la diferencia solo puede ser de unos tres o cuatro puntos entre la compra y la venta, "me acerco al precio real", explicó.

Lo mismo ocurre si quiere vender dólares. Primero les pregunta a cómo lo venden y luego revela sus verdaderas intenciones transaccionales, según confesó.

Antes de que yo bajara del taxi su consejo final fue que aprovechara y comprara dólares, pues estaba barato. Y claro que no olvidara su método para hallar el justo precio.