jueves, 16 de agosto de 2007

¿Cómo te sorprendió el temblor?


Lima, jueves 16 de agosto del 2007.- Casi todo el Perú quedó paralizado ayer durante dos angustiantes minutos, debido al fuerte sismo que nos sacudió. Tras la conmoción, el ingrato impacto para muchos peruanos fue ver la real magnitud de los daños ocasionados por el terremoto, principalmente en las ciudades de Pisco, Chincha e Ica. De más estaría hacer un recuento de este fatídico evento que hasta el momento lleva como saldo cifras que superan los 500 muertos, 1.150 heridos y un elevado número de familias damnificadas. La prensa nacional e internacional, que sigue minuto a minuto informando de los detalles de esta tragedia, ofrece incontables páginas y una asombrosa cobertura, con los pormenores.

Tan impactante acontecimiento, ha merecido ser sido el tema de conversación central en todo el país y por supuesto, ni siquiera tuve que abrir la boca para que el taxista hoy iniciara nuestra tertulia con la pregunta que, como pude comprobar, todo el mundo se hizo unos a otros el día de hoy: “¿Cómo te sorprendió el temblor?”.

A mi turno de formular la misma interrogante y de enterarme que el taxista iba en marcha sobre la Av. Argentina en El Callao a las 18:40 horas (instante del sismo), creció mi intriga por saber cómo se vivió la experiencia estando en un vehículo en marcha, ya que cuando los movimientos son leves pasan desapercibidos en un auto en movimiento. Procedió a contarme.

Tras un inusual y prolongado vaivén del auto, la primera conclusión a la que llegó este conductor, con unos 45 años encima y el doble de esta cifra en kilogramos, fue que se le había reventado una llanta. Inmediatamente lo sorprendió un semáforo en rojo y en torno a su auto de dos puertas la gente comenzó a circular frenéticamente; así que a ellos atribuyó los empujones que pensaba que movían su vehículo.

Cuando ya no hubo nadie a su alrededor, pero el baile del auto continuaba, la idea de un temblor invadió su mente levemente, tan levemente como pensaba que era la magnitud del sismo. Sin embargo el sobresalto vino cuando más y más gente se apoderaba de las pistas en huidiza carrera desde los inmuebles.

Súbitamente, con una mano en la manija –y la otra probablemente en el corazón– un transeúnte le pidió una carrera. Antes de que el taxista contestara algo se sumó la que parecía ser su esposa, convirtiendo la solicitud en un ruego para que los llevara a hasta la cercana Av. Faucett, para asegurarse de que sus menores hijos no hubieran sufrido daños.

Después de dejarlos a un par de cuadras de su destino debido a la congestión peatonal y vehicular, este conductor salió tan rápido como se lo permitieron los reclamos de los asustados vecinos del lugar, que habían invadido la pista para ponerse a buen recaudo.

Una vez que su auto agarró viada, nada lo detuvo –me relató el chofer– en su marcha hacia su casa, ni las decenas de manos que se alzaban en su trayecto solicitándole sus servicios de transporte, ni el posible buen dinero que hubiera podido sacar por ello.

Su meta era llegar a casa y ver a su familia, pues ya comprobaba lo que muchos peruanos a esa misma hora: la angustia de no poder comunicarse con los suyos, pues las líneas telefónicas estaban congestionadas de tal forma como no ocurre ni siquiera a las 00 horas de un año nuevo.

Entre irónico y reflexivo, y alguna risilla de por medio, agregó que quienes continuaron “taxeando” seguramente no tienen familia.

Por mi parte, aquel sacudido día, después de los intentos de llamadas familiares de rigor, algunas providencialmente exitosas, pensé que debía llamar a un servicio telefónico de taxis para llegar a casa. Felizmente esa llamada también funcionó. Esperé más de una hora la llegada de mi “unidad móvil”, pero sospechaba que aquella era mi mejor opción, pues a lo mejor la mía hubiera sido una de las tantas manos que se levantaron angustiadas sobre aquel pequeño vehículo de dos puertas y su regordete conductor.

[Foto: Con la tierra aún temblando, entre las pausas de los intentos de llamada, mi celular capturó algunas imágenes. Taxis y demás vehículos detuvieron la marcha por la temblorosa situación.

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