lunes, 6 de agosto de 2007

El que se pica, pierde


Lima, lunes 06 de agosto del 2007.- “400 mil carros de la muerte” anunciaba la primera plana de un diario el lunes 06 mientras las letras más pequeñas detallaban que esa era la cifra de vehículos sin SOAT (seguro obligatorio de accidentes de tránsito). “Si pues –asentaba sabiamente– el conductor de cabello entrecano y hablar pausado –muchos carros andan sin SOAT. ¡Cómo vas a andar sin SOAT, aunque tengas un carro particular! Te descuidas un momento y puedes chocar. Y si eres taxi y sale herido el pasajero ¡peor!”.
Enseguida me relató que una semana antes dejó su vehículo en el taller y ese día se convirtió en ser pasajero de otro taxi para regresar a casa. El destino o la provocación de no exhibir la calcomanía respectiva en el parabrisas hizo que un policía detuviera el taxi en el que viajaba como pasajero este taxista del vehículo en reparación.
Cuando el guardián del orden le pidió al conductor que le mostrara sus papeles del SOAT, el chofer le indicó que lo había olvidado en casa.
“Cómo te vas a olvidar en casa el SOAT, si es parte de tu trabajo. Ese no tenía SOAT”, sentenció mi entrecano locutor. Continuó su relato diciendo que el chofer de esa carrera inició una acalorada conversación con el policía en la que lo tildó de abusivo por pedirle los papeles y no comprender que “se le habían olvidado en casa”. Como resultado el carro fue llevado al depósito.
“Si te pones bravo o te picas, pierdes”, me dijo en plan de venerable anciano dándole consejos a su novel aprendiz. “Lo mejor es –continuó– aceptar tu error con humildad y decirle al policía que se te olvidó en casa o que el chofer del otro turno del taxi no lo dejó en su sitio”. Según el conductor con esta fórmula se tiene mejores opciones de lograr la indulgencia del custodio.
Recordó que en una ocasión un pasajero se bajó repentinamente en medio de la pista aprovechando el estancamiento de los vehículos por el tráfico. Tal situación, merecedora de una papeleta, fue advertida por un policía quien de inmediato lo detuvo. Con un discurso calmo le indicó al efectivo policial que no había sido su intención que ocurriera el incidente. Que lamentablemente el pasajero bajó abruptamente y quiérase o no la falta estaba hecha y que comprendía que era merecedor de una sanción de ley.
La sanción solo fue una amonestación para que intentara que no volviera a ocurrir una imprudencia similar en su vehículo.

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