viernes, 24 de agosto de 2007

¡Ya está en cana!

Lima, viernes 24 de agosto del 2007.- “¿Y… amigo? ¿Qué dicen los temblores?” Inquirió el chofer tras apenas haber yo cerrado la puerta del taxi al subir. Antes de que pudiera pronunciar palabra alguna, él mismo contestó la interrogante diciendo que aunque la gente ya está más tranquila y muchos ya se olvidaron de comentar el tema, nadie piensa dos veces en escapar hacia la calle ante cualquier ligero remezón que se deje sentir.

Durante los siguientes cinco minutos de este viaje, ayer por la mañana, seguí escuchando los comentarios del taxista sobre diversos tópicos referentes al sismo. Con la boca convertida en metralleta esparciendo 20 mil palabras por minuto, hizo un repaso de los mayores acontecimientos vinculados al terremoto, en apenas unas cuantas cuadras de recorrido.

Habló raudamente de los que han quedado sin casa y sufren penurias en Pisco, Chincha, Cañete e Ica; de la triste noticia de la bebé que murió de frío; de los rescatados de entre los escombros; pero pausó su discurso al mencionar los detenidos que robaron donaciones destinadas a los damnificados.

“¡Son unos desgraciados!”, gruñó. “!Unos malditos!… como dijo Alan García”, agregó.

Aunque en realidad nuestro presidente maldijo en su discurso post sismo a los especuladores que aprovecharon el evento para subir los precios a los bienes que requería la población afectada, creo resulta comprensible la analogía del taxista.

Con este son tres los posts en los que relato la espontánea indignación de los transportistas ante los delictivas actitudes de empleados y funcionarios responsables de canalizar la ayuda a los pobladores afectados del sur.

Parece que todo el mundo estaba esperando un desenlace ejemplar, en el cual los malos son castigados y la confianza en las autoridades y voluntarios que manejan la ayuda se restablece como por arte de magia. Sin embargo, los periódicos y noticieros siguen propinándonos encontronazos. En Huancayo, Chiclayo y Callao, hasta el momento, continúan reportándose casos de robos de donaciones.

Parte de nuestra sociedad, que niega una moneda al mendigo paralítico, porque tiene fundadas razones para creer que por la noche se levantará de su silla de ruedas y saldrá caminando rumbo a la diversión, hizo esta vez a un lado la desconfiada mezquindad. Afortunadamente los delictivos acontecimientos parecen no haber hecho mucha mella en la generosa buena voluntad de las personas.

Esa misma noche, en otra carrera, sin ningún marco previo le pregunté al taxista “¿Ya la llevaron a Santa Mónica?”(*). “Yaaaaaaaaaa. Ya está en cana”, sentenció con un suspiro de alivio antes de continuar con reflexiones similares a los de sus colegas de este y los posts anteriores acerca de los atrapados funcionarios y trabajadores roba donaciones.

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(*)Agrego este pie explicativo para los lectores ajenos a nuestra realidad. Santa Mónica es una conocida cárcel limeña para mujeres y la aludida nueva rea es la del post "La ayuda no sobra"

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